Actualizado 7 febrero, 2023
Hay un paso que necesariamente damos todos, algo que, más allá de nuestras diferencias, nos iguala con absoluta parquedad y eficiencia: el hecho de que no sabemos todo. Sí, aunque nos engañemos muchas veces no hallamos respuestas, nos encontramos en ambientes neblinosos y no existe forma de salir ¿La solución? Primero tener la humildad intelectual para reconocer cierta carencia; segundo, siempre escuchar, aprender, sopesar ideas y experiencias de otros que pueden estar mejor versados que uno. por eso aquí te llenamos de hermosas frases sabias e impactantes, de esas que quedan marcadas a fuego en tu mente. Esperamos que el posteo sea de tu agrado, querido lector y que lo disfrutes mucho.
Frases sabias para compartir y dedicar
La sabiduría no es coto reservado de alguien. No. Debe ser algo comunicado, casi un hecho social para que todos podamos disfrutar, sacar una tajada. Ya que en definitiva el conocimiento, más allá de algunos aportes personales, es del tiempo del que lo posee y posiblemente de gran parte del pasado.
El conocimiento en cierta medida es historia. Salvo que pensemos que aquí y ahora se reduce todo, que somos seres abominables en la repentización o increíbles. Pero es más que difícil de cavilar.
¿Pensar nos hará libres o creará nuevas prisiones? Solo lo sabe eso quien se inmiscuye en esta tarea una y otra vez.
Conciencia de la limitación: sabemos muy poco y debemos aceptarlo para abrinos a otros seres.
Y resulta que todo lo que somos es labor de todos y no de la capacidad de uno. Profeta en el desierto lo dudamos; si pensante entre pensantes.
Apolo le anunció a Sócrates por medio de sus oráculos que era el ser más sabio de todos. Sin embargo, todo es sencillo de dilucidar: tenía esa categoría por el sencillo hecho de poner en duda todo, a diferencia de los otros seres.
Y Sócrates, hijo de Sofronisco, arriesgó su vida para convertirse en un ser itinerante y afirmarles a todas las personas de Atenas que no sabían lo que creían saber. Moraleja: no hay nada peor que ignorar que se ignora.
En la vida la formación siempre es continua.
Aprender, incorporar algo flamante, nos hace seres más felices ¿Acaso no lo notamos? Se siente como un aire fresco que entra en un cuarto cerrado.
Si no damos a basto por sí solos, siempre es bueno extender la mano en algún otro o apoyarnos en ellos. En este caso, a nivel sapiencial.
El saber es infinito y nadie puede tenerlo. De hecho, ese vocablo es un error. Quien ama al saber solo aspira, pretende, se eyecta; pero nunca lo posee. Un dios tendría solo esa potestad.
Pero nuestras limitaciones no deben ser un factor que detenga el aprendizaje. Al contrario: no debemos dejar nunca los caminos de la sabiduría.
¡El sabio existe? Sin lugar a dudas hay personas que se han colocado en ese papel, pero no sabemos si es el adecuado. Tal vez lo que sí proliferen son los amigos de la sabiduría, esos que se llaman filósofos.
Y llenarnos de experiencias e ideas puede venir bien desde la utilidad hasta el saber.
Aprender y nunca pienses que hay límite. Eso es un estereotipo: no hay edad para formarse.
Sócrates ya entrado en años bailaba e incluso aprendió tocar ciertos instrumentos musicales. No hay límite entonces para el aprendizaje.
Tal vez intentar alcanzar la sabiduría, más allá de las bondades utilitarias que dé, vale por sí mismo. Una actividad que son suerte podremos realizar el resto de nuestras vidas.
No sabemos si la vida tiene un sentido, pero lo que sí es seguro que nosotros se lo damos. Entonces, tratemos de encontrar ese sustantivo para qué.
Hay algo de libertad en el aprender de los mejores.
La lectura es tan sensacional que establece una conexión entre dos almas a través del tiempo.