Actualizado 24 septiembre, 2017
Suele decirse que el primer paso hacia la solución del problema siempre es su reconocimiento ¿Asi que sería un sufrir doble? ¿Algo así como estar loco y tener conciencia de lo loco? Pero en rigor de verdad nada se duplica, ya que la exisencia surge solo con lo segundo. Hay tantas cosas que vislumbran los demás de nosotros, acertadas o erróneas, y no damos importancia o ni siquiera percepción alguna. El racismo, la discriminación y la xenofobia son enormes entuertos humanos, problemáticas que necesitan perentoria solución, de ahí que tomar conciencia para ellas valga la pena (aunque duela o moleste). Te presentamos imágenes con pensamientos al respecto siempre con la misma funcionalidad: reflexionar y, en lo posible, mejorar como personas.
Imágenes con frases sobre el racismo, la discriminación y xenofobia
En el mundo existen diferencias, eso es un hecho incontrastable que podemos percibir hasta con anteojeras. La cuestión primordial o dilema no estriba en la primera apreciación. No, el problema es cuando a las diferencias le adosamos exclusividad, le ponemos un saco de jerarquías. Ahí surgen bastardas como la discriminación, la xenofobia y el racismo.
Si queremos un mundo más justo es hora de que comprendamos que ser diferente no equivale a devenir inferior. Sí, lo dicho puede sonar a discurso decimonónico, pero todavía hay mucha gente que lo sostiene. Es una pena, porque justamente es lo diverso lo que nos enriquece de una manera grandilocuente.
¿Tú eres tan perfecto para discrminar? ¿Acaso no te das cuenta que lo que achacas lo exhibes? El racista se piensa puro, lo que genéticamente es una falacia; el xenófobo cavila sobre una patría eterna, lo cual es una falacia también porque en algún momento sus descendientes fueron inmigrantes; el discrminador, en sentido lato, divide con jerarquías, lo cual es una enorme estupidez.
«Basta de exclusiones», eso es lo que debemos gritar por todas partes realmente. Somos mejores unidos, porque justamente ante tanta divergencia se puede aprender demasiado. Sí, el ser humano es demasiado flexible o plástico para suponerlo de una sola forma y pretender que todos, absolutamente todos, la imiten. Eso es despotismos, claramente.
Pero si observamos que en lo esencial somos iguales, si nos damos cuenta que de niños no teníamos presente esas diferencias que hoy cortan el entendimiento mutuo, es que toda la bazofia ha sido incorporada con el paso del tiempo. No, los pequeños nunca fueron el problema; ellos todavía no han sido contaminados con los prejuicios y yerbas similares.
¿Por qué lo negro es malo? ¿De dónde surge semejante aprensión? ¿Es una suerte de inconsciente colectivo, de delirio estructural lo que nos conmueve? El negro de piel, entonces, que no se entendía como negro (un concepto muy blando) descubrió en un momento de la historia que era un simple objeto y que encima su epidermis lo determinada absolutamente…absolutamente para mal.
Las diferencias, lo repetimos, no son el problema. Y lo decimos porque a veces emerge una suerte de discurso progresista que habla de uniformidad, de esencias que serían iguales. Sin caer en debates filosóficos bizantinos, hay que aprender que lo diferente puede permanecer así, reacio, distinto, sin necesidad de síntesis alguna ni armonía en el sentido de crisol.
Si te molesta la gente con distinto color, nacionalidad, etnia, orientación sexual, posiblemente el problema no radique en el otro. No, eres un idiota y peligroso a la enésima potencia. Lo mejor, entonces, es recapacitar y tratar de develar la génesis de semejantes odios sin sentidos.
Y si fluye la desigualdad, la violencia, la injusticia y el miedo, hay que romper cualquier clase de cadena y luchar por un mundo mejor. Porque una cosa es clara: si la realidad nos da la espalda, si exhibe un rostro poco amable, no es porque sea reacia de naturaleza, sino porque otros, también seres humanos y con más poder, la convierten en algo así.
Tolerar, sí de eso se trata. Suena extraño, de hecho, si nos ponemos a desandar esa palabra ¿Quién debe tolerar? ¿Por qué? No, no creemos que sea una cuestión de tolerancia, ya que este concepto implica casi apremio, una sensación de incordio. No, en todo caso la tolerancia es producto de un sistema intolerante.
Las acciones más que las palabras o, mejor dicho, las acciones junto a las palabras serán lo que modifiquen a este mundo injusto y oscuro por momentos.
Demuestra que eres mejor, que estás tan encima de cualquier mácula absurda que no tengan nada para decirte. Por lo menos es la primera forma para comenzar a torcer un destino que parece lóbrego y abstruso.
Digamos no al racismo y cualquier discriminación no importando la forma que desarrolle. No es malo ser diferente, lo malo es creerse superior precisamente porque se exhibe esa diferencia ¿Un ser tan inteligente pero a la vez tan idiota como el ser humano para considerar la epidermis como algo vital? Y sí, así fue y así sigue siendo, con variantes: etnia, gusto, orientación sexual, estilo de vida, etc.
La mayor de las discapacidades existe en la persona que no acepta la diferencia. Pero no es solo no aceptar, es que le molestar, es que su normalidad, concepto falaz, se ve afectada ante lo diferente.
Pero hay que tener cuidado con cualquier clase de discriminación, ya que, lo sabemos, no es para nada gratuita. La misma se lleva vidas a cada rato. Pensemos en el falocratismo de la sociedad, en esa cosa tan evidente que la mujer sea pasiva, objeto de exhibición y no tenga idénticas posibilidades a la del hombre.
Somos seres humanos y eso debería bastar para que haya un respeto a toda persona, más allá de cualquier diferencia. Agarrarse de lo común para promover el respeto no es una herramienta tan eficaz o valedera, pero por lo menos sirve como paso primerizo.
El que discrimina se ve afectado por el otro, sino realmente no se entienden ciertas actitudes que devienen totalitarias y despóticas ¿Te molesta que dos personas del mismo sexo se besen? ¿Que otro con distinta piel reclame sus derechos? ¿Que se busque la igualdad más allá de las nacionalidades? El problema, entonces, lo tienes tú.
Respeto, de eso se trata. Respeto para que el otro sea de la manera que sea, siempre y cuando tampoco lo observemos como una suerte de bicho raro, de objeto exhibido. No, hay algo de indiferencia en aquel que permite que el otro sea como sea; quiere decir que no se sorprende, en el buen sentido.
Y el ser humano, es un animal curioso. Se dice de exitoso a aquella persona que posee dinero y bienes, aunque exhiba conductas demasiado fijas, casi patológicasen cuanto al hecho de acrecentar su capital.
La piel nunca debería haber importado, si hasta genéticamente somos mezcla, crisol, algo sumamente complejo y hermoso porque estamos hechos de todo el material humano. Sí, estamos soportados, nos erigimos, sobre miles de civilizaciones y maneras distintas. La síntesis, en ese sentido, existe.
Dejemos de lado la diferencias que no son importantes si las mismas van a servir para ningunear, infravalorar y supeditar al otro como supuestamente inferior. Busquemos la igualdad en ese sentido y que la vida sea una auténtica libertad. Porque justamente el mundo es demasiado hermoso para dañarlos con estas trivialiades.