Actualizado 21 agosto, 2020
Las fábulas son conocidas como relatos cortos donde objetos y animales usualmente son protagonistas, y en donde siempre se deja una enseñanza moral, una sapiencia generacional o tradicional, que se denomina moraleja. A continuación como en ningún otro sitio presentamos las mejores fábulas para niños con imágenes.
Fábulas cortas para niños
1- El adivino
Instalado en la plaza pública, un adivino se entregaba a su extraño oficio. De repente se le acercó un vecino, anunciándole que las puertas de su casa estaban abiertas y que le robaron todo lo que había en su interior. El protagonista, desencajado y preocupado, ante semejante noticia salió para su hogar.
Sin embargo, un transeúnte que se cruzó al adivino en el camino le dijo: «tú que te vanaglorias de saber lo que le ocurría a otros, ¿por qué no predijiste lo que te sucedería a ti?». El adivino no supo qué contestar.
Moraleja: Cualquier persona que diga que sabe leer el futuro es un mentiroso que solo piensa en estafarnos. Sus mentiras de corto aliento, pueden perjudicar.
2- El lobo y la grulla
Mientras el lobo se comía un hueso, se le atragantó en la garganta y empezó a correr a todas partes. En el camino se encontró una grulla, le pidió que lo ayudará, ya que le pagaría por ello. El pequeño insecto aceptó, introdujo su cabeza en la boca del lobo y extirpó el hueso que estaba atravesado en la garganta. De inmediato, con la actividad resuelta, le pidió su compensación al gran carnívoro. Es lobo contestó:
«Oye, ¿no crees que es suficiente paga que hayas sacado tu cabeza sana y salva de mi boca?
Moraleja: Nunca hagas favores a malvados o corruptos, porque mucha paga ya obtienes si te dejan sano y salvo.
3- El caballo viejo
Un caballo muy mayor fue vendido por su amo a un molinero. El pobre viejo tenía que dar vueltas a la piedra de un viejo molino; esa era toda su actividad. El caballo, entonces, no hacía otra cosa en toda la noche más que girar y girar alrededor de aquella piedra, lo cual no solo lo cansaba sino que lo ponía muy triste. Es que el vetusto animal recordaba lo veloz y famoso que había sido en su juventud, cómo se llenó de aventuras y también se burlaba de caballos que ya no eran tan lentos y tenían una buena cantidad de años.
Ahora, viéndose en esa situación de dar vueltas y vueltas a dicho molino atado, se arrepentía de la actitud que había tenido cuando era poderoso.
«Después de las grandiosas vueltas que di durante mi juventud, mira las vueltas que tengo que dar ahora. Este es el justo castigo por haberme burlado de aquellos caballos que se veían más débiles e inferiores».
Moraleja: Es bueno ser humilde cuando tienes poder, porque en algún momento lo puedes perder.
4- El lobo con piel de oveja
Un día cierto lobo pensó que podía modificar su apariencia para obtener comida. No siendo lento ni perezoso, se puso en el interior de una piel de oveja y se fue a pastar con sus pares, el rebaño, despistando absolutamente al pastor. Al atardecer todas fueron encerradas en el granero, no sea cosa que algún lobo las comiera. Sin embargo, en la noche el pastor quiso buscar el alimento para la cena, tomó al lobo vestido de oveja y lo sacrificó como si fuera cualquier cordero al instante.
Moraleja: Según el engaño, así recibiremos daño.
5- El ratón campesino y el ratón cortesano
Un ratón campesino tenía por amigo a otro de la corte y lo invitó para que fuera a comer a la campiña. Pero como solo podía ofrecer trigo y yerbajos, el cortesano le anunció:
«¿Sabes amigo que llevas una vida de hormiga? En cambio yo tengo bienes en abundancia. Ven conmigo y a disposición los tendrás.
Así partieron ambos a la corte y el ratón poderoso, haciendo galas de sus influencias, le dio a su compañero trigo, legumbres, higos, quesos, frutas y miel. Maravillado el ratón campesino bendecía a su amigo de corazón y renegaba de su mala suerte.
Dispuestos a darse un festín un hombre abrió la puerta de golpe. Espantados por los ruidos los dos minúsculos ratones se lanzaron temerosos por los agujeros. Luego volvieron a buscar higos secos; pero otra persona nuevamente incursionó en el lugar. Los pequeños otra vez, muertos de miedo, se escondieron en el interior de unas rendijas.
Entonces, el ratón de los campos, olvidándose de su mala suerte suspiró y le dijo a su rico compañero:
«Adiós amigo, veo que comes muy bien y hasta el hartazgo; pero todo tiene un precio grande y mil temores generan. Yo, en cambio, seré muy pobre, mordiendo de aquí para allá trocitos de cebada y trigo; pero sin congojas ni temor a nadie».
Moraleja: Si el poder conlleva sufrimientos y gran responsabilidad, a veces es mejor tener una existencia tranquila y humilde.
6- La cigarra y la hormiga
Llegado el invierno una cigarra, muerta de hambre, se acercó a la puerta del hormiguero para pedir un poco de comida. A su pedido, las pequeñas hormigas respondieron:
«¿Por qué durante el verano no hiciste la reserva de alimento como hicimos nosotras?». Y la cigarra respondió:
«Estuve cantando alegremente todo el tiempo y disfrutando del verano plenamente ¡Si hubiera sabido que el invierno sería tan duro!». Las hormigas, por su parte, volvieron a contestar ante lo dicho por la cigarra:
«Mientras nosotras trabajábamos duro en el verano para tener provisiones y poder así pasar el invierno, tú disfrutabas cantando y perdiendo el tiempo ¡Ahora puedes seguir haciéndolo!».
De todas maneras, las hormigas no estaban enojadas, entendieron que la cigarra había aprendido la lección, por lo que finalmente compartieron su comida.
Moraleja: Si quieres pasar bien el invierno de la vejez, debes aprovechar el tiempo de la juventud o verano.
7- Las ranas pidieron un rey
Cansadas las ranas de la anarquía y el desorden en el que vivían, intentaron mandarle a Zeus una delegación para que les enviara un rey. El dios máximo, atendiendo su solicitud, le otorgó un grueso leño a su charca. Espantadas las ranas cuando observaron caer el trozo de madera al suelo, se escondieron donde mejor pudieron. Pasando el rato y viendo que el leño no se movía, las ranas salieron y comenzaron a sentir un gran desprecio por su nueva autoridad. Se sentaban sobre el rey, brincaban y se burlaban sin descanso. Y así, percibiéndose humillas por tener por rey a un simple madero, se dirigieron nuevamente a Zeus para que lo modificara ¡Era demasiado tranquilo! Zeus, indignado, le mandó una activa serpiente de agua, que atrapó una a una a las ranas y las devoró sin compasión.
Moraleja: A la hora de elegir gobernantes es mejor uno sencillo y honesto, antes que uno emprendedor pero malvado o corrupto.
8- La corneja fugitiva
Tras mucho tiempo intentando cazar a una corneja, un hombre consiguió al fin su premio. Para evitar que la presa codiciada se escapara, anudó un fino hilo en una de sus patas y se la llevó a su hijo como regalo. A pesar de que su nuevo dueño se desvivía por darle los mejores regalos, la pequeña corneja no se sentía bien en su flamante hogar. Una tarde mientras el pequeño limpiaba la jaula que servía de casa, la corneja aprovechó que la ventaba estaba abierta y se dirigió directamente a un nido.
Tan emocionada estaba de dejar el recinto humano, que uno de los hilos que colgaba de su pata se enredó de múltiples maneras en las ramas del árbol. Al darse cuenta de su situación, comenzó a aletear con todas sus fuerzas, enredándose cada vez más. Prisionera, en el sitio que tanto añoraba, afirmó con resignación:
«¡Qué tonta he sido! Por culpa de querer vivir de nuevo en libertad, voy a terminar mis días en el árbol que me vio nacer».
Moraleja: Cuanto más grande sea lo que deseamos, más grandes son los riesgos.
9- El perro, el gallo y la zorra
Hace muchísimos años un perro y un gallo se pusieron de acuerdo para abandonar el triste lugar en el que vivían y recorrer todos los rincones del mundo. Cansados de caminar bastante, llegaron a un gran árbol: el gallo se encaramó a lo alto para vislumbrar de lejos y protegerse; el perro, como guardián, se recostó en la base. Al otro día, para anunciar la salida del sol, el amigo plumífero se puso a cantar como hacía siempre. Una zorra escuchó el canto y en un abrir y cerrar de ojos se plantó en el pie del árbol.
Cuando vio al gallo arriba, la zorra astuta le gritó que bajara, ya que anhelaba besar la cabeza de un cantante tan formidable. Pero antes de bajar, el gallo le pidió que antes despertara al portero que se encontraba abajo. Antes que pudiera decir algo, el perro se lanzó sobre la zorra y no le dejó ni el rabo.
Moraleja: Si quieres vencer a un enemigo poderoso, busca a alguien más fuerte que pueda ayudarte.
10- El niño y los dulces
Un niño metió la mano en un frasco para sacar sus dulces. Como quería muchos introdujo la mano hasta donde no pudo más, pero cuando intentó sacarla el cuello del recipiente no se lo permitió hacer. Pero tampoco anhelaba perder los dulces, por eso lloraba de desilusión.
Un amigo que se acercaba, ante la situación, le anunció al niño en apuros: «Confórmate con la mitad de los dulces y podrás sacar la mano para disfrutarlos».
Moraleja: Te encontrarás en problemas si intentas abarcar más de lo debido.
11- La bruja
Había una vez una bruja que se ganaba la vida realizando encantamientos y fórmulas para calmar la ira de los dioses. Con esas promesas, la señora ganaba una buena cantidad de dinero y nunca le faltaban clientes. Pero un día la acusaron de ir contra las leyes del país y la llevaron frente a los jueces. En un juicio breve la culparon y la sentenciaron a morir.
Viéndola salir derrotada en el juicio, uno de los hombres presentes le dijo:
«Bruja, tú que decías poder desviar la cólera de los dioses, ¿cómo no has podido persuadir a los hombres?».
Moraleja: No hay que creer en aquellas personas que por dinero resuelven todos los problemas ajenos, pero no pueden hacer lo mismo con los propios.
12- Las mulas y los ladrones
Dos mulas bien cargadas con paquetes andaban con dificultad por el camino. Una llevaba dinero; la otra granos. La primera mostraba la cabeza erguida, sabiendo el valor de su carga y movía de arriba a abajo las campanas sonoras de su cuello. La segunda, en cambio, seguía con su paso tranquilo y silencioso. De repente unos ladrones se precipitaron sobre los animales desde sus escondrijos y en la riña con los dueños, la mula del dinero resultó herida. Los ladrones, llenos de avaricia, se llevaron el dinero, no prestando atención a los granos. La mula que había sido robada y dañada se lamentó por su suerte. Su par le contestó:
«Estoy en efecto muy contenta de haber sido despreciada, porque no me falta nada ni me hicieron daño».
Moraleja: La ostentación de riquezas solo trae problemas.
13- El viento norte y el sol
El viento norte y el sol disfrutaban de sus poderes, pero querían ver quién era el más fuerte, por lo que le concederían un premio a quien despojara de sus vestidos a un viajero. El viento norte empezó, soplando con fuerza, pero el hombre apretó contra sí sus ropas; entonces sopló más fuerte y por el frió el viajero simplemente se puso más ropa. Ahora estaba vencido y llegó el turno al sol. Este empezó a iluminar suavemente, haciendo despojar de su segundo vestido al hombre, lentamente aumentó sus rayos lanzados, por lo que el hombre lleno de calor se saco su ropa y se dirigió a refrescarse al río vecino.
Morajela: Es mucho más efectiva la persuasión que la violencia.
Fábulas con moraleja y valores
14- La gallina de los huevos de oro
Había una vez una gallina que ponía huevos de oro. El granjero y su esposa estaban tan felices que la hacían poner todos los días. Llenos de avaricia, sin embargo, se preguntaron si en el interior la gallina no tendría una gran cantidad de oro, una especie de terrón; por lo que la abrieron. Para su mala fortuna, solo encontraron sangre y tripas, muriendo la pobre gallina que era igual en su interior a todas las demás. La pareja, queriéndose hacerse ricos de una vez, en adelante se privaron del ingreso que les aseguraba el día a día.
Moraleja: Las grandes avaricias terminan siendo peligrosas y acarrean pérdidas.
15- El lobo orgulloso y el león
Vagaba un cierto día un lobo por lugares solitarios a la hora que el sol se ponía en el horizonte y viendo con orgullo su sombra alargada, exclamaba:
«¿Cómo me va a asustar el león con semejante talla que tengo?» ¡Con treinta metros de largo, bien podría ser el rey de los animales!».
Y mientras se enloquecía con su orgullo, un poderoso león le cayó encima y comenzó a devorarlo. De repente, el lobo cambió de opinión:
«La presunción es causa de mi desgracia».
Moraleja: Nunca valores tus virtudes por la apariencia que tienen frente a tus ojos, porque te engañarás con frecuencia.
16- El perro y su reflejo
Un perro muy hambriento se dirigía de aquí para allá a la hora de conseguir algo que comer. Un carnicero bondadoso le regaló un hueso. El canino, con su hueso en el hocico, tuvo que cruzar el río. Sin embargo, al observar su reflejo le pareció que otro perro tenía un hueso más grande que él. Enloquecido lanzó un mordisco, dejando caer su comida en el agua, siendo llevada por la corriente. Muy triste quedó aquel perro al darse cuenta que había dejado algo real solo por un reflejo.
Moraleja: Valora lo que tienes y no pierdas tiempo en envidiar a los demás.
17- La mosca y la polilla
Una noche cualquiera una mosca se posó sobre un frasco rebosante de miel y comenzó a comerla alrededor de un borde. Poco a poco, por sus ganas de alimentarse, se alejó del borde y quedó atrapada en el interior del frasco. Se hallaba en el fondo y sus patas y alas estaban pegadas con la miel, no pudiendo moverse.
Justo en ese momento surcaba el cielo una polilla, vio a la mosca forcejeando en el interior del frasco y le dijo:
«¡Oh, mosca insensata! ¿Era tanto tu apetito que terminaste así? Si no fueras tan glotona estarías en mejores condiciones «.
La pobre mosca no pudo defenderse ante una gran verdad y siguió luchando. Al cabo de unas horas, vio a la polilla volando cerca de una fogata. Esta sintiéndose atraída, volaba cada ver más cerca del fuego, hasta que se quemó y no pudo desplegar sus alas nuevamente. La mosca, ante semejante espectáculo, afirmó:
«¿Eres una insensata también? Me criticaste por comer miel y sin embargo toda tu sabiduría no te sirvió para no jugar con el fuego.
Moraleja: Piensa en tus propios errores antes de criticar los de los demás.
18- El gallo y la joya
En una granja un gallo muy hambriento escarbaba desesperado la tierra para encontrar algún alimento que aplacara su hambre y la de sus gallinas, hasta que en un momento se encontró con el diamante de la esposa del granjero. Y el gallo, ante semejante tesoro, dijo:
«¡Qué desilusión! Sin dudas eres una prenda muy costosa y quien te perdió daría mucho por encontrarte. Pero yo prefiero un solo grano de maíz o de trigo antes que todas las joyas del mundo».
Moraleja: Aquello que no es útil no tiene valor.
19- La zorra y las uvas
En un día muy caluroso, una zorra sedienta se topó con un racimo de uvas grandes y jugosas que colgaban en lo alto de una parra. La zorra se paró de puntillas y estiró al máximo sus brazos intentando alcanzar las uvas, pero estas estaban lejos de su alcance.
Sin perder la esperanza, la zorra saltó con toda su fuerza, una y otra vez, pero las apetitosas uvas estaban muy lejos de su alcance nuevamente.
Esta vez, la zorra se sentó a mirar su objetivo con desagrado y pensó:
«¡Qué ilusa he sido! Me he esforzado para alcanzar unas uvas verdes que no saben bien». Y se marchó, muy enojada.
Moraleja: Cuando algo es difícil de conseguir, lo mejor es ser honestos con nuestros sentimientos.
20- El cuervo y la vasija
Había un cuervo muy sediento que voló por mucho tiempo en búsqueda de agua, hasta que encontró una vasija que en el fondo tenía un poco del preciado líquido. La jarra tenía un largo y estrecho cuello, por ello por mucho que lo intentara el ave no podía alcanzar al agua con su pico. Ante la desesperación, el cuervo pensó en tirar la jarra y beber el agua antes que la absorbiera la tierra, pero era tan grande esta que el pobre animal alado no podía hacerla caer. Sin embargo, en un momento se le ocurrió una idea: el cuervo arrojo piedra tras piedra en el interior del recipiente, conforme tiraba más arriba quedaba el líquido, hasta que finalmente estaba lo suficientemente al borde para poder beberse. Feliz, el cuervo tomó el ansiada agua y salió volando.
Moraleja: Para resolver problemas necesitas calma e ingenio.
21- El cascabel del gato
Una familia de ratones vivía en la cocina de una enorme casa. Eran muy felices, hasta que un buen día la dueña del hogar decidió adoptar un lindo gatito. El felino creció y se convirtió en un formidable cazador, que estaba siempre al acecho. Cansados de vivir en peligro, los ratones se reunieron para ponerle fin a la situación.
En la reunión se discutieron muchos planes, pero ninguno era bueno. Por fin, un joven ratón se levantó y dijo:
«Tengo un plan muy sencillo, pero puede ser exitoso. Atemos un cascabel al cuello del gato y por el sonido siempre podremos saber dónde está».
La ingeniosa propuesta fue considerada positiva por todos los ratones, hasta que uno anciano, sabio y serio, preguntó:
«Es muy buena la propuesta, ¿pero quién le pone el cascabel al gato?».
Todos los ratones se quedaron callados.
Moraleja: Es más fácil decir las cosas que hacerlas.
22- El murciélago y las comadrejas
Un murciélago cayó al suelo y de inmediato fue tomado por una comadreja que detestaba las aves. Viendo que estaba a punto de perecer le pidió a la comadreja que le perdonara la vida. Esta se negó, ya que estaba en su naturaleza odiar las aves. Resuelto a no darse por vencido, el murciélago le anunció que no era una ave sino un ratón. Dudosa, al acercarse, la comadreja notó que el animal no tenía plumas, por lo que lo dejó en libertad.
A los pocos días el murciélago volvió a caer al suelo y fue atrapado por otra comadreja. En esta ocasión, esta tenía una gran hostilidad hacia los ratones. Nuevamente, el murciélago rogó por su vida. La comadreja se negó, afirmando que era gran enemiga por naturaleza de los roedores. El murciélago le aclaró que no era un ratón, sino un ave. La comadreja al acercarse y observar su alas lo dejó volar. Así es como el murciélago escapó dos veces.
Morajela: Es de sabios adaptarse a las circunstancias.
23- La lechera y su cántaro
Un día una joven lechera caminaba con su cántaro de leche para vender en el mercado del pueblo. Mientras caminaba pensaba en todas las cosas que haría con su dinero de la venta:
«Cuando me paguen compraré gallinas, estas pondrán muchísimos huevos y los venderé en el mercado. Con el dinero de los huevos me compraré un vestido y zapatos muy elegantes. Luego iré a la feria y, como luciré muy hermosa, todos los chicos querrán acercarse a hablar conmigo.»
Por andar distraída, la lechera tropezó con una piedra y el cántaro se le cayó, derramando toda su leche. Con el cántaro cayendo se fueron las gallinas, los huevos; también el vestido y los zapatos.
Moraleja: Nuestros sueños y planes no deben apartarnos de la realidad.
24- El mosquito y el toro
Un mosquito voló por el prado y se posó en la punta del cuerno de un enorme toro. Luego de descansar un buen rato, se dispuso a volar, pero antes pasó por el oído para disculparse ante el gran animal.
«Lamento haber usado tu cuerno como lugar de descanso; debes estar contento de que me vaya ahora», dijo el mosquito.
El toro levantó la vista y respondió con indiferencia:
«Pequeño mosquito, gracias por compartirme tan grandiosa disculpa. Pero piensas demasiado bien de ti mismo ¡Ni siquiera me había dado cuenta de que estabas allí!».
Moraleja: La vanidad puede ser reflejo de ignorancia.
25- El león y el ratón
En un día muy soleado, un león dormía plácidamente cuando un ratón pasó por su lado y lo despertó. Iracundo, el rey de la selva tomó al ratón con sus garras y estaba a punto de aplastarlo, cuando el pequeño rodeador comenzó a hablar:
«Déjame ir; puede que algún día me necesites».
Fue tanta la risa que le generaron estas palabras al león que dejó ir al pequeño animal. Al poco tiempo, el enorme felino quedó atrapado en una red de cazadores. El ratón, fiel a su promesa, acudió en su ayuda. Sin tiempo que perder, comenzó a morder la red hasta que dejó al león en libertad.
El león agradeció al ratón por haberlo salvado y desde ese día comprendió que todos los eres son importantes.
Moraleja: No menosprecies a los demás, porque todos tenemos cualidades especiales.