Actualizado 17 septiembre, 2017
Siempre es positivo aprender algo nuevo, modificar esquemas de percepción, acumular si quiera para seguir ratificando lo que sabemos. Es que lo nuevo es vida, da lugar a un entendimiento que se enriquece y nos muestra un intelecto que no se queda con lo que ya sabe y punto. Todo lo que se refiera a la mera repetición en la existencia es peligroso, se siente como aire viciado que respiramos sin cesar ¿Albert Einstein? Sí, no decimos que consumas sus tratados de física abstrusos o que comprendas la teoría de la relatividad. No, ya que este científico nacido Wurtemberg dio cátedra en muchos ámbitos de la vida. En las siguientes imágenes te lo demostraremos.
Imágenes con frases de Albert Einstein
Albert Einstein es posiblemente el físico más reconocido de todos los tiempos, alguien que supo hacerse un nombre más allá de sus notables aportes. Porque seamos sinceros: ¿cuántos comprenden su teoría de la relatividad en sentido estricto? ¿Sus trabajos sobre los fundamentos de la termodinámica? ¿La atracción capilar? Y, sin embargo, Einstein fue más que eso.
La imaginación es la capacidad del hombre de ver lo que no es en lo que es, de dar un salto cualitativo a la existencia; entonces es algo realmente vital. Hacen bien los pensadores en fustigar a aquellos que macachan contra la imaginación como juego de niños o puerilidad al extremo; necesitamos realmente de esta.
Y la voluntad moverá montañas. En rigor de verdad el querer es vital; somos una especie de gran querer. Si tenemos ese hermoso ingrediente con nosotros, el resto es accesorio. Incluso, lo más alucinante es esto, nos volvemos tan transformadores que ni siquiera nos es indispensable la tesitura correcta; la creamos, en todo caso.
Hay que recordar que una gran cantidad de tiempo de la vida de Einstein transcurrió en períodos lóbregos del mundo. Guerras mundiales, rupturas de cráneos para generar una flamante paz, hambruna, inflación, nacismo, colonialismo y podríamos seguir con un desarrollo de un sistema mundo capitalista por momentos cruel. Albert nació el 14 de mayo de 1879 y feneció el 18 de abril de 1955.
Toda existencia que solo se mueve en la mera conservación comienza a morir. Sí, ese principio vitalista se aplica a cualquier cosa, incluso la propia vida ¿Cuánto tomamos para mantenernos en pie? ¿No lo pensamos ni un instante? La vida es un crea constantemente nuevos equilibrios, pero los mismos implican, siempre, cierto avance.
¿Cuántas veces buscamos resultados distintos? Sin lugar a dudas, muchas veces: por error y por hastío ¿Y no nos damos cuenta que realizamos los mismos procesos? ¿En dónde se vio que lo diferente emergiera en la repetición? Sin lugar a dudas, sería algo curioso de la naturaleza, pero sin embargo el ser humano, obstinado, lo intenta.
La imaginación en nuestra civilización muchas veces tiene un estatus menos ¿Qué queremos decir? O es coto reservado de niños, es decir mundo de la puerilidad; de locos o del ocio, cuando el hombre no hace nada importante. Pero eso es un craso error: el hombre necesita como agua en el desierto de su imaginación.
La vida es trabajo duro; el talento no gana nada por sí solo. Ahora bien: si el talento se pone a trabajar duro, ¿qué pasa? Seguramente los resultados serán formidables.
Einstein siempre fue un entendido en los asuntos del mundo. Podemos decir que nunca le gustó la idea de la torre de marfil del pensador. Y en ese sentido, en una época de guerras y inminencia bélica, siempre abrigó la esperanza de un mundo concordante por el entendimiento. Sí, algunos lo llamaran utópico por su forma de pensar; otros, en cambio, más realista que cualquier realismo.
Estudiar, incorporar conocimiento, aprender sobre nuevos sucesos o esquemas de explicación, debería ser para cualquier individuo una travesía fantabulosa ¿No es hermoso cavilar con las cabezas más interesantes de la historia? ¿Pensar sobre lo que reflexión determinada eminencia? ¿Encontrar aciertos y errores si avanzamos? En rigor de verdad, aprender es lo más hermoso y humano que existe. Sí, somos perfectibles.
Siempre hay un todo no hablado, algunas cuestiones que escapan de las palabras, que nos podrán decir mucho más que los simples vocablos. Y no estamos entrando en el terreno de lo inconsciente, sino de la totalidad comunicacional que expresa el ser humano.
Sí el hombre da rienda suelta a su imaginación, tal vez el mundo sea algo mejor.
Equivocarse es intentar e intentar es enfrentarse a la realidad. No hay una ecuación más sencilla. Quien galantemente nos anuncia que nunca ha fallado es un mentiroso o un timorato. Cualquiera de las dos opciones, digamos la verdad, no convencen a muchos.
Einstein era un idealista. Y que esto no se entienda mal: en rigor de verdad, todo individuo que fue medular en la historia humana, que pudo ver lo que otros no, que representaron un verdader mojón de progreso, son algo idealistas. Es que el idealista tiene como bagaje una filosofía muy hermosa: todo lo que es es imperfecto, la realidad no me convence en lo más mínimo, ergo, la forzaré, en el buen sentido, para que sea algo más racional y humana.
Es importante ese relativismo que reconoce que todos somos genios o, del lado negativo, todos poseemos ignorancias ¿Es que cómo podemos determinar una sabiduría? Si lo hacemos por lo cuantitativo erramos: nadie sabe lo absoluto.
La dificultad es enfrentamiento, es mirar vis a vis al problema e intentar dar rienda suelta a su solución. La cuestión, entonces, es más que diáfana: la oportunidad siempre se abre cuando se intenta, se falla e incluso uno se frustra. Con los brazos cruzados nada cambiará.
Una mente abierta es un acierto de la educación. Miles de mentes abiertas son un acierto de la humanidad.
El éxito es algo sumamente relativo. Si todo se reduce a la capacidad de hacer dinero tendremos una mirada muy sesgada del asunto. En rigor de verdad, el valor de la persona es lo más importante, porque como dice Einstein, esto mismo será el puntapié o la condición de posibilidad para mejorar ulteriores.
No hay nada mejor como la persona que explica algo abstruso de manera sencilla: no, no es una tergiversación del objeto de estudio, sino una maestría del sujeto que comunica. Como se ve, son dos realidades divergentes.
Dejemos que el pensamiento se libere, porque justamente si se ha pensado lo posible tal vez solo nos quede el terreno de lo imposible. Sino, digamos lo contrario: no hay nada imposible, las limitaciones son imposturas humanas que no sirven para nada; sigamos siempre adelante y vayamos por más.
El mundo está lleno de contradicciones, pero que es una contradicción sino una limitación lógica impuesta por el hombre, un esquema mental que a veces termina estrangulando al pensamiento. Einstein creía en Dios y justamente el universo le demostraba su lenguaje más íntimo.
Aprendamos sin cesar, incorporemos algo siempre nuevo, por lo menos para que sea flamante tema de charla en nuestros soliloquios. No hay nada malo en ello; al contrario, da cuenta de una persona que se piensa perfectible, que sabe que no está acabado y que siempre puede dar algo más.
Y el problema del hombre siempre fue su corazón, la creación de una sensibilidad más monetaria que humana. El problema del hombre es el problema del hombre occidental. Einstein lo vio y lo sufrió como alemán y judío.