Actualizado 27 febrero, 2020
Un cuento es un modo de transportarnos a otros mundos, pensar, reflexionar, idear y, lógicamente, a los pequeños no se les puede prohibir semejante bonanza. A continuación, por lo tanto, presentamos cuentos infantiles cortos con imágenes para descargar.
Imágenes con cuentos cortos
El árbol mágico
Hace mucho tiempo un niño paseaba por un prado en cuyo centro encontró un llamativo árbol con un cartel que decía: «soy un árbol encantado; si dices las palabras mágicas lo verás». El niño intentó acertar al hechizo con distintas fórmulas como abracadabra, tan-ta-ta-chán, y muchas otras, pero no logró nada. Rendido, se tiró al suelo suplicante y pronunció: «por favor, arbolito», y entonce se abrió una puerta extraña en el árbol. Todo estaba oscuro, menos un cartel que decía: «sigue haciendo magia». Entonces el niño agradeció al árbol y se encendió dentro una luz que alumbraba un camino hacia una gran montaña de juguetes y chocolates. De esta manera el niño siempre pudo llevar a sus queridos amigos al árbol y tener la mejor fiesta del mundo. Eso sí: siempre tendrá que decir «por favor» y «gracias», que son las palabras mágicas.
La princesa de fuego
Hubo una vez una princesa muy rica, bella y sabia. Cansada de que sus pretendientes solo se acercaran por sus riquezas, anunció públicamente que se casaría con aquella persona que llevara el regalo más valioso y tierno. El palacio, de repente, se llenó de todo tipo de colores, regalos, cartas de amor y poetas avezados. Sin embargo, entre todos los presentes descubrió una simple y sucia piedra. Intrigada, la princesa llamó a quien se la había regalado y esta persona hizo una suerte de explicación de la misma. «Esta piedra representa lo más valioso que puedo obsequiar: mi corazón. Aún es dura porque no es suya, pero cuando se lo llene de amor se ablandará y será más tierno que ninguna otra.
La princesa, aunque parezca extraño, ante la explicación tornó su enojo inicial en enamoramiento: se trasladaba siempre con la piedra a todas partes y llenó de atenciones al joven. De todas maneras, el corazón de éste seguía siendo tan duro como la piedra que la muchacha tenía en sus manos. Desanimada, la princesa lanzó la piedra al fuego y vislumbró como la misma se deshacía mostrando una hermosa figura de oro. Entonces ella comprendió que tenía que ser como el fuego y transformar cuando tocaba separando lo inútil de lo importante.
La princesa llevó semejante enseñanza al reino y como la piedra dedicó su vida a la sabiduría, acabando con joyas, lujos y toda clase de excesos. La gente ahora tendría comida y libros. Todas las personas del pueblo podían hablar con ella y se sentían maravillados, llenos de calor por su amor y cariño, motivo por la cual se la empezó a llamar la princesa de fuego. Como la piedra, el fuego deshizo el duro corazón del joven, quien resultó ser un hombre tierno y justo que hizo feliz a la reina el resto de su vida.
Cuentos bonitos para niños
El niño que lloró al lobo
Había un niño que cuidaba su rebaño y estaba tan, pero tan aburrido, que decidió en un momento gritar que venía un lobo. «Lobo, lobo; viene a atacar a mis rebaños». Naturalmente, los aldeanos salieron despavoridos, asustados, para darse cuenta de manera inmediata que era todo mentira del niño, quien no paraba de reírse. Tras un rato y por maldad, además de aburrimiento, el niño comenzó a gritar nuevamente. «Lobo, lobo; viene a atacar mis rebaños». Otra vez los aldeanos, armados y temerosos, decidieron acudir ante la presencia de la bestia, encontrando nuevamente solo al muchacho riéndose sin parar.
Sin embargo, un día apareció un lobo real y el joven, muy preocupado y lleno de temor, comenzó a gritar para que lo ayudarán. «Lobo, lobo; viene a atacar mis rebaños». Ningún aldeano llegó en esa ocasión. Tras unas horas, sin embargo, las personas del pueblo se preguntaron dónde estaría semejante pequeño mentiroso, encontrándolo solo y llorando cerca de la colina donde apacentaba su rebaño. «No vinieron a ayudarme; mi rebaño ahora está disperso y perdido». Un anciano, conmovido y lleno de sabiduría, se le acercó y le afirmó: «Nadie le cree a los mentirosos, incluso cuando digan la verdad. No te preocupes que buscaremos tu rebaño mañana; ahora vayamos a casa».
El huevo de oro
Un granjero tenía la dicha de contar con un ganso que ponía huevos de oro todos los días, lo cual le proporcionó a su dueño y a la esposa el suficiente dinero para resolver todas sus necesidades cotidianas. Eran felices, vivían tranquilos; pero un día al granjero se le ocurrió que no era suficiente tomar solo un huevo por día, que podían ser más también y así ganar más dinero. Esta pareja ambiciosa y tonta decidió tomar al pobre ganso, hacer una abertura en su estómago y ahí sacar, una multitud de huevos, según su teoría y plan. Sin embargo, lo único que hallaron fueron sangres, tripas y la muerte del ganso que tanta abundancia les daba. En ese momento se dieron cuenta el enorme error que habían cometido.
La moraleja es muy simple: hay que pensar antes de actuar.
Cuentos infantiles con valores
Tres ratones enviodosos
Había una vez tres ratones muy envidiosos, que querían todo para ellos. Es más: cuando venía a visitarlos un vecino, ellos guardaban el queso completo, porque en verdad no lo querían compartir. Sin embargo, un día un gato malo, peludo y enojado se acercó violentamente hacia la casa de los roedores y éstos arrinconados y muy asustados no paraban de gritar. El vecino, lleno de valor, los escuchó y se acercó al felino, arriesgando su vida para lograr, finalmente, alejarlo. Quedó tan extenuado el valiente ratón, que los tres envidiosos salieron a agradecerle y lo invitaron a cenar. Todos compartieron un delicioso platillo de queso, entre risas recordaron al ratón enojado y aprendieron el valor de compartir.
El gato dormilón
Esta es una maravillosa historia que trata de un gato que se la pasaba durmiendo, tirado en su sofá. Sus dueños humanos se preguntaban, muy intrigados, cómo podía descansar tantas horas y sin embargo, cuando despertaba, seguir tan casando. Una noche, sin embargo, el hombre de la casa decidió develar el misterio: ¿qué hace el gato de noche? Porque en verdad, no podría creer que siguiera durmiendo. Para su sorpresa, descubrió que el pequeño felino, serenamente, miraba sin cesar a la tortuga dormir y así pasaba horas y horas. Finalmente, el muchacho aprendió lo que hacía el gato: cuidaba a su gran amigo mientras dormía. Lo que no sabe el dueño, sin embargo, es que mientras él descansa, tanto su gato como su tortuga, como buenos amigos, también protegen los sueños de él.
Fábulas para niños con moraleja
El adivino
Instalado en su plaza pública, un adivino se entregaba a su venerable oficio. De repente, una persona se acercó a el hombre y le comunicó que su casa estaba abierta y que, para colmo, habían robado lo que había en su interior. El adivino, desencajado y suspirado, se levantó a toda velocidad y acudió a su hogar. Uno que se encontraba por allí, sin embargo, al verlo correr, le dijo: «tú que te jactas de saber lo que le podrá ocurrir a los otros, ¿por qué no previste lo que te ocurrió a ti? El adivino, con dolor, no supo qué responder.
Moraleja: No hay que fiarse de quienes dicen saber el futuro; son simples estafadores.
El lobo con piel de oveja
Cuenta esta breve historia que un día a un lobo para hacerse de comida se le ocurrió una gran idea: meterse dentro de la piel de una oveja. De esta forma fue a pastar con el rebaño y para el pastor quedó totalmente despistado. Al atardecer, para la protección de todos, incluido el lobo mentiroso, el rebaño fue encerrado, quedando la puerta asegurada. Sin embargo, el lobo antes de prepararse por un festín fue visitado por el mismo pastor, quien buscando su provisión para la carne del día siguiente, tomó a la falsa oveja, es decir, al mismo lobo, y lo sacrificó al instante.
Moraleja: Según hagamos engaño así también recibiremos el daño.
La cigarra y la hormiga
Una vez, llegado el invierno, una cigarra muerta de hambre fue a pedir comida a la puerta del hormiguero. Las hormigas, inteligentes, hicieron la siguiente pregunta: » ¿por qué durante el verano no hiciste tu reserva de alimentos como lo hicimos nosotras?». A lo que la cigarra contestó: «estuve cantando y disfrutando plenamente del verano ¡Si hubiera sabido lo que era el invierno!». Las hormigas dijeron, ante semejante contestación de la cigarra, que ellas habían trabajado duro durante todo el verano para tener provisiones mientras que la cigarra disfrutaba y perdía el tiempo. «Sigue bailando», así culminaba el mensaje de las hormigas. Sin embargo, éstas sintieron pena y entendieron que la cigarra, finalmente, había comprendido la lección, entonces compartieron con aquella el alimento.
Moraleja: Quien quiera tener su tiempo de holganza, debe ser previsor y trabajador antes.