Los 15 mejores poemas cortos para niños

Actualizado 30 junio, 2020

La poesía, palabras sujetas a ritmo, son una bella forma no solo de entretener a los pequeños, sino también adentrarlos en conocimientos, historias, cuentos de toda clase. A continuación, en sintonía, presentamos 15 bellos poemas cortos para niños. 

Los mejores poemas para leer a los niños

El salmón

Detrás de un salmón

nada un tiburón,

lo caza en Alaska

cansados los dos.

Asustado grita:

¡No, por favor !,

mi vida es muy corta,

muestra compasión

Abriendo su boca

lo deja escapar

y corriente arriba

lo ha visto nadar.

 

La semilla del rosal

Mi mamá apostó por mí

cuando solo era semilla.

Me plantó y me cuido con mimo

en su linda barriguita.

 

Trabajase o disfrutase

me llevaba a donde fuera.

¡Qué lindos ratos pasamos!

¡Qué feliz que fui con ella!

Ahora que ya he crecido

y mis raíces se trenzan,

al fin puedo tocarla,

al fin he podido verla.

Cuando yo guié el rosal

haré lo mismo por ella,

y su perfume llevaré

donde me lleve la tierra.

 

Viajando por un libro

¡Cu-cú!

Cantaba una cabra,

vestida de gala

sobre una manzana.

¡Miau!

Maullaba una mula,

mientras pintaba el cielo

sobre una grúa.

Podían nadar las aves

y volar los cocodrilos

¡Llevaban pañales

los grillos!

Y todo esto sucedió,

viajando por un libro.

 

Los ratones, de Lope de Vega

Juntáronse los ratones

para librarse del gato;

y después de largo rato

de disputas y de opiniones,

dijeron que acertarían

en ponerle un cascabel,

que andando el gato con él,

librarse mejor podrían.

Salió un ratón barbicano,

colilargo, hociquirromo,

y encrespando el grueso lomo,

dijo al senado romano,

después de hablar culto un rato:

¿Quién de todos ha de ser

el que se atreva a poner

ese cascabel al gato?

 

El grillo y la Luna

Un grillo cantaba

cri cri cri muy contento

mirando a la luna

en el firmamento.

Cri cri cri le cantaba

«eres la más bella»

y la Luna reía

junto a las estrellas.

Cri cri cri le cantaba

«eres tan hermosa»,

y la Luna brillaba,

creyéndose hermosa.

 

Triste mariposa linda

Volando de flor en flor

la vieron en primavera,

envidiaron su hermosura

y no vieron su ceguera.

 Sus grandes ojos oscuros

dejaban ver su tristeza,

aún siendo una mariposa

de extraordinaria belleza.

Triste mariposa linda

entre todas las más bella,

aunque sus ojos no vean

todos la miran a ella.

 

Los reyes de la baraja, García Lorca

Si tu madre quiere un rey

la baraja tiene cuatro:

rey de oro, rey de copas,

rey de espadas, rey de bastos.

 

Corre que te pillo,

corre que te agarro,

mira que te lleno,

la cara de barro.

Del olivo, me retiro;

del esparto, yo me aparto;

del sarmiento, me arrepiento

de haberte querido tanto.

 

Agua, ¿a dónde vas?, García Lorca

Agua, ¿dónde vas?

Riendo voy por el río

a las orillas del mar.

Mar, ¿dónde vas?

Río arriba voy buscando

fuente donde descansar.

Chopo, ¿y tú qué harás?

No quiero decirte nada

Yo…, ¡temblar!

¿Qué deseo, qué no deseo

por el río y por el mar?

Cuatro pájaros sin rumbo

en el alto chopo están.

 

El mago de la serpiente

Se oye hablar

de un misterioso hombre,

delgado y con tocado,

muy bien arreglado,

que toca sentado

frente a un cesto repleto,

de cientos de mantos espesos.

 

Dicen que ocultan un secreto

muy bien guardado,

tras su flauta travesera de color dorado:

comienza el soniquete, como salido de oriente,

que hace vibrar poco a poco,

y hace salir del cesto,

a una enorme serpiente.

 

Manos chinescas

Mano, mano

que me permites ser paloma

y también gusano.

Mano,

que puede ser liebre,

conejo o gallo.

Amiga del alfabeto,

araña que sube y baja

¡Araña en la mano!

Mano, mano

juego de sombras,

juego de enanos.

 

Sirena varada

Perdida sobre la tierra

varada a orillas del mar

solita se ve a una sirena.

Dicen que es

una estrella del mar,

con las escamas de bronce,

los dientes de marfil,

y la melena de plata.

Que hacía castillos de arena,

solando con ser humana.

Que el tiempo tinó

de nieve su pelo,

esperando a ser amada.

 

Perdida sobre la tierra

solita a la orilla del mar,

se ve a la sirena varada.

 

Migas de risa

Érase que se era

la historia de Elisa,

la pastelera.

Amasaba alegría, Elisa,

de trozo en trozo,

con montañas de harina, huevo

¡y migas llenas de risa!

 

Milhoja de salsa y fresa

para señora Tristeza.

Bizcocho de risa y coco

para don Paco

¡y poco!

¡Que de la risa

se cae el moco!

 

Érase que era

en una asombrosa aldea,

la historia de Elisa,

la pastelera.

 

Pegasos, lindos pegasos, de Antonio Machado

Pegasos, lindos pegasos,

caballitos de mandera.

Yo conocí siendo niño,

la alegría de dar vueltas

sobre un corcel colorado,

en una noche de fiesta.

 

En el aire polvoriento

chispeaban las candelas

y la noche azul ardía,

toda sembrada de estrellas.

¡Alegrías infantiles

que cuestan una moneda

de cobre, lindos pegasos,

caballitos de mandera!

 

Llega el viento, de Marisol Perales

El señor invierno

se viste de blanco,

se pone el abrigo,

porque está temblando.

Se va a la montaña,

se mete en el río,

y el parque y la calle

se llenan de frío.

 

Se encuentra a la lluvia,

llorando, llorando,

y también al viento,

que viene soplando.

¡Ven, amigo sol!

Grita en el camino,

pero el sol no viene,

porque se ha dormido.

 

La vaca estudiosa, de María Elena Walsh

Había una vez una vaca,

en la Quebrada de Humahuaca

Como era muy vieja,

muy vieja, estaba sorda de una oreja.

 

Y a pesar de que ya era abuela

un día quiso ir a la escuela.

Se puso unos zapatos rojos,

guantes de tul y un par de anteojos.

La vio la maestra asustada

y dijo: «Estás equivocada.

Y la vaca le respondió:

¿por qué no puedo estudiar yo?

 

La vaca, vestida de blanco,

se acomodó en el primer banco.

Los chicos tirábamos tiza,

y nos moríamos de risa.

La gente se fue muy curiosa

al ver a la vaca estudiosa.

La gente llegaba en camiones,

en bicicletas y aviones.

Y como el bochinche aumentaba

se convirtieron en borricos.

Y en ese lugar de Humahuaca

la única sabia fue la vaca.

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