20 Fábulas cortas con moraleja para niños

Actualizado 16 marzo, 2020

Las fábulas son relatos cortos, que por lo general cuentan con protagonistas tales como animales o figuras inanimadas. Si bien pueden considerarse muchas de ellas infantiles, su rasgo central y fuerte es que tienen un papel educador: de cada pequeña historia un aprendizaje se obtiene, sobre todo al final de la misma. Por tal motivo, en esa sintonía, presentamos 20 bonitas fábulas cortas para niños.

Fábulas cortas para niños con moraleja y enseñanza

 

El adivino

Muy instalado en una plaza pública, un adivino se entregaba a su oficio. De repente, se le acercó un vecino anunciándole que las puertas de su casa estaban abiertas y que robaron todo lo que había en su interior. El adivino, ante semejante noticia, se levantó de un salto y salió corriendo hacia su casa, desencajado y suspirado, para ver lo que había sucedido en su hogar.

Uno de los que allí se encontraban, viéndolo correr le dijo:

-Oye, migo, tú que te vanaglorias de prever lo que ocurrirá a otros, ¿por qué no has previstos lo que te sucederá a ti?-. El advino no supo qué responder.

Moreleja: No hay que fiarse de aquellos que dicen que pueden adivinar el futuro de los demás. Lo que los guía es el vil deseo de quitarnos el dinero o estafarnos de otras maneras.

El lobo y la grulla

Mientras un lobo se comía un hueso, se le atragantó en la garganta y empezó a correr por todas partes, buscando ayuda. En su camino halló a una grulla, le dijo que lo salvara de esa situación; que le pagaría por ello. La grulla aceptó, introdujo su boca en la cabeza del lobo y sacó el hueso atravesado en la garganta. Entonces le pidió una compensación al lobo, a lo que este contestó:

-Oye, amiga, ¿no crees que es suficiente paga el hecho de que hayas podido sacar tu cabeza sana y salva de mi boca?

Moraleja: Nunca hagas favores a malvados y corruptos, porque en vendad obtendrás demasiado si simplemente te dejan sano y salvo.

Las mulas y los ladrones

Dos mulas caminaban cargadas por el camino: una cargaba en su alforja grano; la otra hacía lo propio con monedas de oro. Pero mientras que la mula que cargaba granos iba tranquila por el camino, la que llevaba iba con la cabeza erguida y la mirada algo altiva, moviendo su grueso lomo para hacer tintinear las monedas. Es que estaba orgullosa de llevar una carga preciosa y no el ordinario grano.

De repente, desde atrás, escondidos en unos arbustos, dos ladrones le salieron al camino. Con unos bastones le pegaron a la mula de monedas de oro hasta dejarla en el suelo, le arrebataron los sacos y escaparon con toda velocidad, haciendo caso omiso a la otra mula.

La mula de las alforjas llenas de grano ayudó como pudo a levantar a su compañera y siguieron su camino juntas ¡La mula con su carga de grano estaba muy orgullosa de su peso tan ordinario!

Moraleja: La ostentación exagerada de riquezas solo trae desventuras y tristezas.

El lobo con piel de oveja

Un lobo que estaba cansado de fracasar al intentar cazar las ovejas de un pastor un buen día se le ocurrió un plan: se disfrazó con piel de oveja para poder pasar absolutamente desapercibido en el rebaño. Tan bueno era ese camuflaje que al final de la jornada el dueño de las ovejas las llevó a ellas y a él en el corral, entrada la noche. El lobo estaba feliz, pues finalmente iba a poder comerse unas cuantas ovejas. Estaba a punto de llevar adelante su plan maestro cuando el pastor ingresa al corral: este quería carne para su familia, entonces había decidido sacrificar una de sus preciadas ovejas. Escogió al lobo y lo sacrificó al instante, sin darse cuenta de nada.

Moraleja: Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño.

La liebre y la tortuga

Una liebre presumida se burla de una tortuga por ser tan lenta. La tortuga trataba de no hacerle caso, pero un día se cansó y la invitó a realizar una carrera. El objetivo de la misma era simple: ver quién era más rápido. La liebre, muerta de risa, aceptó el reto.

Al día siguiente la liebre y la tortuga se presentaron en la línea de largada, ante los ojos atónitos de los otros animales. Cuando el búho dio la señal, la liebre salió corriendo como un rayo, esparciendo una nube de polvo. La tortuga comenzó corriendo muy despacio, tosiendo la nube de polvo, y cuando levantó la vista para vislumbrar a su contrincante, este ya se había perdido en el horizonte. Pero no se desanimó y siguió con su paso lento aunque seguro.

Al ver la enorme ventaja que había sacado, la liebre, presumida, decidió dormir un rato bajo la sombra de un árbol, tan segura estaba de su victoria. Pero se quedó dormida y la tortuga, paso a pasito, la terminó rebasando. La liebre se despertó y vio a la tortuga a dos pasos de la línea de la meta. Desesperada salió corriendo, pero no pudo alcanzarla ¡La tortuga ganó la correra!

Moraleja: Jamás hay que burlarse de los demás, porque todos tenemos capacidades diferentes y nadie es mejor que otro. Asimismo, la vanidad y el exceso de confianza pueden llevarnos a fracasar en nuestros objetivos.

El caballo viejo

Un caballo que ya estaba muy mayor fue vendido a un molinero para sea empleado en dar las vueltas a la piedra de un antiguo molino. El caballo no hacía otra cosa desde la aurora hasta la noche que girar y girar alrededor de aquella rueda, lo cual no solo lo cansaba sino que lo ponía muy triste. Y es que el viejo caballo recordaba lo veloz y famoso que había sido en sus años de juventud, en los que vivió infinidad de aventuras y también cómo se burlaba de otros corceles que eran más viejos y lentos que él.

Ahora, viéndose atado en sus últimos días y simplemente girando en un molino se había percatado de aquella actitud y se arrepentía de esos tiempos, en donde era tan poderoso.

-Después de grandiosas vueltas que di en las carreras durante mi juventud, mira las vueltas que tengo que dar ahora. Este es un justo castigo por haberme burlado en el pasado de aquellos a los que veía más débiles e inferiores.

Moraleja: Mejor seer humilde cuando tienes poder, porque de un día a otro lo puedes poder.

El escorpión y la rana

Una rana estaba descansando en una orilla de un río cuando vio a un escorpión. La rana se asustó un poco, pero el escorpión se demuestró amigable y le dice:

-Amable rana, ¿podrías ayudarme a cruzar el río llevándome en tu lomo? Te prometo que no te picaré, ya que si lo hiciera ambos moriríamos ahogados.-

La rana dudó un momento, pero después se dejó convencer por la explicación del escorpión. Así que lo dejó montarse en su lomo y comenzó a nadar para atravesar el río. A la mitad del camino, la rana sintió un enorme dolor en el lomo, descubriendo que su supuesto amigo la había picado. Ya sintiendo que la muerte se acercaba y sin fuerzas para seguir, le anunció al escorpión:

-¿Cómo has podido hacerme eso? ¡Ahora moriremos los dos!

-No he podido evitarlo; es mi naturaleza-, mientras ambos fueron hundiéndose poco a poco.

Moraleja: No trates de engañarte con alguien creyendo que puede ser igual que tú; hay personas que sacarán su maldad no importando las consecuencias de sus actos, incluso perjudicándose a sí mismos.

Las ranas pidiendo rey

Cansadas las ranas del desorden y anarquía en el que vivían, mandaron una delegación a Zeus para que les envíase un rey. El rey de los dioses, escuchando su petición, envió un grueso leño a su charca. Espantadas las ranas por el ruido que hizo el trozo de madera al caer, se escondieron donde mejor pudieron. Por fin, viendo que el leño no se movió más, fueron saliendo de su escondite y dada la quietud que predominaba, comenzaron a sentir tal desprecio por el rey nuevo que brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso. Y así, sintiéndose humilladas por tener por rey a un simple madero, volvieron con Zeus, pidiendo que le cambiaran al rey, pues este era demasiado tranquilo. Zeus, entonces, muy perspicaz, les mandó una activa serpiente de agua, que poco a poco fue atrapando a las ranas y devorándolas sin ninguna compasión.

Moraleja: A la hora de elegir gobernantes es mejor escoger a uno sencillo y correcto, antes que uno emprendedor, aunque malvado y corrupto.

El perro, el gallo y la zorra

Hace muchísimos años, un perro y un gallo se pusieron de acuerdo para abandonar el triste lugar en el que vivían y viajar por todos los rincones del mundo. Cansados de caminar llegaron a un gran árbol, en el cual el gallo se encaramó a lo más alto para dormir tranquilo y el perro se quedó recostado en el pie de tan magnífico árbol. Al otro día, como hacen todos los gallos, con la salida del sol, uno de los protagonistas de la historia se puso a cantar enérgicamente para anunciar la llegada de un nuevo día. Una zorra escuchó su canto y en un abrir y cerrar de ojos se plantó en el mismo pie del árbol.

Cuando vio al gallo encima, le dijo que bajara, porque quería besar la cabeza del intérprete de tan bella melodía. Pero en vez de bajar, el gallo le pidió que le hiciera el favor de despertar al portero que había debajo del árbol. Antes de que la zorra pudiera decir algo, el perro se lanzó sobre ella y no le dejó nada más que el rabo.

Moraleja: Si no puedes vencer a un enemigo poderoso, haz alianza con alguien más que pueda ayudarte a hacerlo.

El viento del norte y el sol

El viento del norte y sol disputaban sobre sus poderes y para ver quién era más fuerte decidieron conceder una palma al que despojara a un viajero de sus vestidos. El viento del norte empezó primero, sopló con violencia; pero el hombre apretó contra sí sus ropas. El viento del norte, entonces, asaltó con más fuerza, pero el hombre, molesto por el frío, se colocó otro vestido. Por lo tanto, el viento del norte, vencido, se lo entregó a la tarea del sol. Este empezó a iluminar suavemente, y el hombre se despojó de su segundo vestido, luego paulatinamente le envío sus rayos más potentes hasta que el hombre, no pudiendo resistir más el calor, se quitó sus ropas para ir a bañarse al río vecino.

Moraleja: Es mucho más poderosa la persuasión que la violencia.

El parto de los montes

Un día los montes comenzaron a temblar, sacudirse y lamentarse. Todos los lugareños se asustaron al ver esta actitud tan extraña de montes otrora tan serenos y bonitos. Los montes parecían contraerse y lamentarse, tanto que las parteras del pueblo decían que iban a dar a luz. Y así los individuos que vivían en los alrededores, atemorizados, fueron viendo durante todo el día cómo los montes se quejaban y temblaban, cada vez más fuerte. Hasta que al anochecer, se produjo un estruendo tremendo, los montes se abrieron y de la pequeña grieta salió un ratón.

Moraleja: Este es un claro ejemplo de esa frase que dice «mucho ruido, pocas nueces». Lo que se anuncia como algo importante o grande termina siendo sumamente pequeño.

El lobo orgulloso y el león

Vagaba cierto día un lobo por lugares solitarios a la hora que el sol se ocultaba en el horizonte y viendo su sombra bellamente alargada exclamó:

-¿Cómo me va a asustar el león con semejante talla que tengo? ¡Con treinta metros de largo, bien fácil me será convertirme en el rey de los animales!-

Y mientras soñaba con su orgullo, un león cayó por encima de él y comenzó a devorarlo. Entonces el lobo, cambiando de opinión, se dijo:

-La presunción es causa de mi desgracia-.

Moraleja: Nunca valores tus virtudes por la apariencia con las que las ven tus ojos, pues con sencillez te engañarás.

El niño y los dulces

Un niño metió su mano en un recipiente lleno de luces. Y tomó lo más que pudo, por tal motivo cuando trató de sacar la mano el cuello del recipiente no le permitió hacerlo. Como tampoco quería perder los dulces, lloraba amargamente de desilusión. Un amigo que estaba cerca le dijo:

-Confórmate solamente con la mitad y podrás sacar la mano con los dulces-.

Moraleja: Nunca trates de abarcar más de lo debido, pues fracasarás.

La bruja

Había una vez una bruja que se ganaba la vida vendiendo encantamientos y fórmulas para calmar la cólera de los dioses. Con estas promesas, a la hechicera no le faltaban clientes y conseguía grandes cantidades de dinero con este modo de vida. Pero un día fue acusada por las leyes y la obligaron a comparecer ante los jueces supremos de su país. Así, tras un juicio muy corto la culparon y la sentenciaron a la muerte.

Viéndola salir del juicio, una de las personas presentes le dijo:

-Bruja, tú que decías que podías desviar la cólera de los dioses, ¿cómo no has podido persuadir a los hombres?

Moraleja: Hay que ser precavidos con quienes prometen solucionar todo problema a cambio de dinero, pero que no pueden hacer lo mismo con sus propios entuertos.

La corneja furtiva

Tras mucho tiempo intentando cazar a una corneja, un hombre consiguió al fin su premio. Para evitar que se escapara su tan codiciada presa, le anudó un fino hilo a sus patas y se la llevó a su hijo como regalo. A pesar de que su dueño pequeño se desvivía por darle los mejores cuidados del mundo, la corneja no acababa de sentirse cómoda en su nuevo hogar. Una tarde, mientras el pequeño limpiaba la jaula que le servía como hogar, la corneja aprovechó que nadie la vigilaba para salir por la ventana y volar hacia el lugar en donde estaba construido su nido.

Tan emocionada estaba por recobrar su libertad, que al posarse sobre un árbol, el hilo que colgaba de una de sus patas se enredó terriblemente en una de las ramas. Al darse cuenta, comenzó a aletear con todas sus fuerzas, enredándose cada vez más. Prisionera en el lugar que tanto añoraba, dijo con amargura:

-¡Qué tonta he sido! Por culpa de querer vivir de nuevo en libertad, voy a terminar mis días en el árbol que me vio nacer.-

Moraleja: Cuanto más grande sea lo que deseamos, más grandes son los riesgos.

La gallina de los huevos de oro

Un granjero y su esposa compraron una gallina gorda en el mercado del pueblo y la dejaron en el gallinero, junto con las demás gallinas. Al día siguiente, cuando fueron al gallinero a recoger los huevos, ¡no salían de su asombro al ver que la gallina gorda había puesto huevos de oro! La escena se repitió por varios días: el granjero y su esposa iban al gallinero a recoger los huevos y la gallina gorda había puesto un huevo de oro.

La pareja, entonces, ideó un plan: pensaron que si mataban a la gallina y le abrían la barriga iban a poder sacar todos los huevos de oro juntos, sin tener que esperar a que pusiera uno por día. Pero se llevaron la peor noticia de sus vidas cuando abrieron la panza del pobre animal y la encontraron vacía. El granjero y su esposa se arrepintieron por el resto de sus vidas haber matado a la gallina de oro.

Moraleja: La avidez nos puede llevar a perder lo que tenemos. Es mejor conservar lo poco que se tiene antes que arriesgarse a perder todo por un poco más.

La zorra y las uvas

Una zorra que dormía debajo de una vid, se despertó hambrienta y miró por encima de ella un apetitoso racimo de uvas. Deseosa de probar aquel dulce y fresco manjar, el animal se paró sobre dos patas para tratar de alcanzarlas; pero se dio cuenta que las uvas estaban demasiado altas para ser alcanzadas. Pensó que podía saltar para cogerlas, tomó distancia y saltó; pero las patas apenas pudieron rozar la anhelada uva. Siguió intentando varias veces, hasta que rendida se alejó del árbol.

Pero en ese momento notó que un pajarillo la había observado todo el tiempo y sintió vergüenza: ¡aquel pájaro debió pensar que era ridícula e incapaz! Entonces se dirigió al pájaro y le dijo:

-Si hubiera querido comerme las uvas las hubiera alcanzado, pero al saltar me di cuenta que no estaban maduras. Las uvas verdes no son un buen alimento para un paladar tan refinado como el mío.-

Y diciendo esto se alejó altanera.

Moraleja: A menudo los seres humanos fingen que desprecian aquello que desean y no se puede alcanzar.

El perdón de la muerte

En una ocasión, un pobre anciano, muy cansado porque su día de trabajo había sido muy duro, cargaba sobre su espalda leña que acababa de cortar. Llevaba mucho tiempo caminando y aún el camino que le quedaba era largo, así que decidió llamar a la Muerte y de este modo poder descansar. Al escuchar su llamado la muerte se presentó en el sitio donde estaba el anciano y mirándolo fijamente le preguntó que por qué la había llamado. El pobre anciano, luego de haber descansado unos minutos y con mucha pena en su rostro, le anunció:

-Quería preguntarle si usted era tan amable de ayudarme a trasladar esta carga tan pesada; era solo eso.-

Moraleja: La muerte perdonó al anciano pues sus ganas de vivir eran tantas que habían logrado hacer que él se olvidara del agotamiento y del dolor que sentía.

 La gran idea del pescador egoísta

Esta es la historia de un hombre que ya estaba harto de no poder conseguir pescado para poder vivir un poco mejor que antes y por eso decidió poner en práctica un nuevo sistema que hace solo poco tiempo había inventado.

Lo que pretendía era emplear redes que al ubicarlas en el río impidiera que el agua las atravesara y de este modo se quedara el lugar sin corriente, que era lo que hacía que los peces se escaparan. Además el toque final del invento consistía en una cuerda de cáñamo que estaba sujeta a uno de los extremos y de la que colgaba una piedra con la que se iba golpeando el agua. Mientras eso sucedía, el hombre pensaba:

-Con esta idea lograré que los peces tengan tantas ganas de escapar que acudan directamente a mi trampa.-

Un pescador que pasaba por el lugar, al ver lo que estaba haciendo, muy molesto le dijo:

-¿No te das cuenta que con esto el agua que recibimos en el pueblo está llena de fango porque no dejas de ensuciar el agua del río?-

-Mil disculpas; me apena mucho saber que esto los molestará, pero es que esta es la única forma que tengo de alimentarme y salir de una buena vez de la pobreza-, dijo el pescador desesperado.

Moraleja: Tus objetivos en esta vida son importantes, pero nunca los hagas molestando a los demás.

El fracaso de los tres bueyes

Había una vez tres bueyes que pastaban juntos y que siempre permanecían muy unidos. Durante unos días un león se mantuvo observándolos con el propósito de devorarlos; pero siempre sentía un poco de miedo porque al nunca separarse los tres bueyes, lo ponía en desventaja si tenía que luchar contra los tres.

Muy inteligente el león creó una estrategia basada en mentiras y patrañas con el objetivo de lograr destruir esa unión entre los tres bueyes. Una vez que logró sus objetivos, pudo separarlos y así poder comerse a cada uno de forma independiente.

Moraleja: Nunca permitas que alguien destruya la unidad que tienes con tus amigos y familia porque solo de ese modo será más fácil hacer daño.

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