100 Imágenes con frases y pensamientos sobre la vida, la muerte y el más allá

Actualizado 26 diciembre, 2017

Vivimos hablando de cosas, la palabra, digamóslo de alguna forma, es una flecha recta que se dirige a sus tópicos; pero ese dirigirse no es igual en todos lados. A veces el tema es interesante, aburrido, soporífero, indiferente; pero otras es crucial, medular, sentimos que al departir sobre aquel algo distinto se juega en nosotros; las palabras suelen ser corporales, con fluidos y densidades insospechadas. Si hablamos (seriamente) de la muerte, la vida y el más allá seguramente nos ocurrirá lo que anunciamos hace algunos instantes. De hecho, el ser humano se caracteriza por no hablar de estas cuestiones, ya que son gravosas. Aquí, para que te explayas, querido lector, te dejamos 100 imágenes con frases al respecto.

Imágenes con frases de la vida y la muerte

Hablábamos de pensamientos gravosos, porque son demasiado pesados, porque quitan el sueño a veces con mucho éxito ¿Por qué estamos aquí ? ¿La vida tiene algún sentido? ¿Tenemos finalidades, estamos bien donde estamos? ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Qué es la muerte? Estas preguntas han encontrado respuestas a través de diferentes eruditos, del existir mismo que enseña o, simplemente, han quedado bajo el dintel de la incertidumbre.

Pero el tópico aquí también es la vida, de ahí que las temáticas sean totales, abarquen todo lo que se pueda. La amistad, el dolor, la muerte, el más allá, las discordias, los rencores, el seguir adelante y tantas otras cosas que, en rigor de verdad, nunca tienen límite.

¿Y los que ya no están? ¿Qué lugar ocupan? En rigor de verdad, siempre estarán: en nuestros corazones, en cada uno de los recuerdos que se puedan suscitar, en las interminables noches en las que nos preguntamos simplemente el porqué de lo que acaeció, a veces con tintes tan lóbregos. Es que nos irrita sobre todo una cosa de la muerte, tan solícito el humano a la sapiencia: la nulidad de la respuesta, porque los que van nunca vuelven.

Mejor no complicarse la vida, si semejante decisión está bajo nuestro designio. A veces el poder reconforta, pero nos abruma de relaciones y responsabilidades; la fama es añorada, pero no deja ni un rescoldo de privavidad; el dinero es apetecido, aunque el precio por poseerlo puede ser muy caro. No nos compliquemos la vida; sepamos apreciar los pequeños goces que se dan como detalle en el diario existir.

¿Las cosas buenas a la larga llegan? ¿Realmente estamos destinados, casi como un destino, a que todos los engranajes ocupen su digno lugar? No lo sabemos, pero anhelamos siempre buscar y encontrar una justicia que escape a la humanidad ¿Ánimos pueriles? No, no podemos decir eso, sino, simplemente, un incansable estar del lado de la esperanza, suponer que las bondades tendrán una recompensa y que los malos nunca vencerán. 

Felicidad. Sí, una palabra grandilocuente, difícil de hallar en la vida misma en un sentido pleno; pero, querido lector, está en ti darle sentido, llenar ese vacío aparente que puede encontrar múltiples colores, paisajes, distintas formas de desarrollarse, en definitiva. Seamos felices aunque sea un ideal, aunque sirva para mover un poco más los pies en un horizonte siempre esquivo, pero determinante.

Odiamos a la muerte, por eso solemos pensar que es la hermana negativa, siempre separada de la vida. No, aquí la contradicción nos enriquece, ya que todos los días se bebe un poco de la muerte y la muerte, tal vez, tenga algo de vida. En rigor de verdad, desde que nacemos, eso sí es seguro, cada vez nos acercamos más a ese destino inexorable.

La vida puede ser vivida de múltiples maneras, pero las reflexiones ante un tópico tan complejo nunca vienen mal. Es cierto que guardamos, casi como un resabio, esa vieja idea de que los consejos sirven porque, en resumidas cuentas, todos los existires son algo similares.

Pero la muerte más fría es el olvido. Claro, aquí el lector nos puede decir que el olvido es inexorable, porque del óbito se esfumarán los recuerdos cuando pasen algunas generaciones. Sí, es cierto; pero digamos la verdad: solo hay verdadero olvido para quienes son descuidados por los que sí fueron hermanos del existir. Eso sí es doloroso.

La vida también es sacrificio, esfuerzo. De hecho, si hablamos seriamente, casi todo posee estos rasgos; hay que aceptarlo de una buena vez. Muy pocas veces caerán los sueños, cometidos y objetivos de lo alto del cielo.

La vida es modificación, solo que a veces la sentimos, nos percatamos de ella y otras veces ni remotamente. Pero no hay que ser fatalistas, en el sentido bien negativo de la palabra: una transfiguración también, por el mismo cambio, puede ser una flamante oportunidad.

 

Siempre serás lo más importante del mundo. Esto no se entienda como una doctrina del egoísmo, sino como un simple hecho de la empiria: tú, querido lector, vives en ese mundo tan cobijante denominado yo.

La muerte es una gran colectivizadora, una hija de la igualdad porque nos pasa su tamiz a todos sin ningún tipo de diferencia racial, de sexo, dinero, edad o lo que sea. Sí, es brava ella; pero posee cierta justicia.

La vida es un andar a tientas ¿Y queres que sepamos de la muerte? No, vivamos, comprendamos si nos da el valor, acometamos si el furor bulle en nuestras venas; pero de todos modos lo viviremos. Eso último es lo que no comprende el ser humano: de todos modos lo viviremos. 

Hay que ser un poco camaléonicos en el diario existir, aunque tanto nos guste la seguridad de la rutina, ese paso a paso en el que ya sabemos el siguiente. No, existe la modificación, el no saber dónde estar parado, el miedo que abriga y asfixia. Hay que seguir adelante, querido lector.

Y quizás algo quede ¿Cuando se desfonde el suelo? ¿Cuando la oscuridad lo devore todo? ¿En el momento que el habla y la escucha desaparezcan? ¿En ese preciso instante que el tacto se esfume como un arcoiris demasiado viejo? No sabemos cómo será, pero lo viviremos. No sabemos cómo será, pero quizás algo quede.

Un consejo para la vida es que no andes dejando cicatrices en las personas. Digamos que puedes tener pretensiones de no ser indiferente en existencias ajenas, pero mejor que las remembranzas sean positivas, que saques sonrisas al otro con tan solo pensar en ti.

El otro también muere. De hecho, la muerte que nos llega siempre será la del espectador, porque la propia cuando se da nosotros ya no somos (o somos en otro plano, quién sabe). Por eso hay que querer, vivir los momentos, sacarle a los instantes hasta el último de los zumos en favor de múltiples sonrisas y alegrías. No, no discutamos por tonterías.

¿Será un lugar solitario? Tal vez la muerte sea el hecho más singular de todos, ya que sabemos que nadie puede tomar mi lugar en semejante experiencia de la no experiencia. Sea como sea, ya nos tocará la hora. Dijimos que este posteo tenía pensamientos gravosos, difíciles, esos que pueden hacer salir como caballo desbocado a cualquiera.

Pero si la vida es algo que va más allá, quizás en nosotros exista un fundamento de eternidad que supere la carne. Algo así como una idea, un alma; la fracción divina de cada uno.

 

La muerte como un nuevo comienzo. Eso es hermoso, ya que siempre nos ha gustado las segundas historias ¿Por qué no querer seguir viviendo? Si lo disfrutamos en grado sumo.

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